viernes, mayo 27, 2011



A veces, la diversión de unos supone el sufrimiento de otros. En ese momento, algo no cuadra y hay que revisar las conductas humanas que conducen a semejante callejón sin salida. Es lo que hace Alfredo Gómez Cerdá en este nuevo libro, “El rostro de la sombra”. Se trata de una historia valiente, comprometida y muy actual.
 Tres amigos, Borja, Claudio y Adrián, se emborrachan un sábado por la noche y deciden grabar con el móvil una escena que ellos mismos provocan: tiran dos piedras a la calzada y esperan a ver qué pasa con los coches. Realmente, no hay excusa para eso, pero los tres piensan que se lo pasarán bien y eso les supone una descarga de adrenalina y una especie de victoria personal. No obstante, hay algo que no sale bien: uno de los coches se sale de la calzada y da unas vueltas de campana. Uno de los chicos, Adrián, ni se imagina el alcance de su broma de mal gusto.
Alfredo Gómez Cerdá incide en un tema candente, muy actual, como ya dijimos,  y que, por desgracia, está en auge entre nuestros jóvenes. Se trata del hecho de difundir videos por Internet con escenas vejatorias, desagradables e, incluso, delictivas, como es el caso que nos ocupa.
No obstante, el autor va mucho más allá y traza una radiografía acertada de la psicología de uno de los cabecillas, el líder del grupo: Adrián. Adrián está enamorado de una chica, Nuria. Y su madre está en coma por causa de un accidente: el provocado por Adrián y sus amigos. Ni más ni menos. En ese momento, se empieza a tejer una tela de araña alrededor del muchacho que, por un lado, no quiere perder a su novia y finge en todo momento y, por el otro, trata desesperadamente de encontrar una salida airosa a ese problema. Tanto que, incluso, está dispuesto a inculpar a su hermana, Reyes, una adolescente deslenguada y muy lista que intuye el embrollo antes de que se destape.
“El rostro en la sombra” está narrado de una manera trepidante, casi contrarreloj, ya que se inicia la madrugada del domingo y termina el jueves siguiente, a mediodía, cuando ya ha muerto la madre de Nuria. En esos cuatro días y un poco más, Adrián trata de salir airoso de su delito, aunque no lo consigue. Sus amigos muestran ser más leales que él mismo,  y su propia hermana lo supera en principios morales. No así su padre, un abogado que, en cuanto descubre el asunto, maquina un plan que nada tiene que ver con la justicia que tanto ha defendido, sino con la defensa de su hijo.
Alfredo Gómez Cerdá no cuestiona, no critica, no dice nada. Se limita a observar y a narrar. Son los lectores quienes asisten al drama, quienes comprenden la magnitud monstruosa de los hechos, los que se llevan las manos a la cabeza y acaso acaban por entender comportamientos difícilmente justificables.
Las nuevas tecnologías son muy útiles, por supuesto, pero deben usarse con sentido común, sin perjudicar a terceros. Por lo tanto, es una buena reflexión la que nos propone el autor madrileño acerca de algo, aparentemente tan inocente, como grabar un video. El efecto mariposa está clarísimo en el relato.
La novela se desarrollar en un ámbito urbano, como muchas de las del autor. Concretamente en Madrid, muy cerca de la M-30. Hay una presencia importante en el relato y es el río Manzanares, como elemento recurrente en las vidas de los personajes e, incluso, vertebrador.
Tras “El rostro de la sombra” posiblemente, haya un hecho real, que el autor presenta de una manera muy directa, realista e, incluso, cruda. El autor desdeña elementos accesorios y poda su prosa de florituras, ya que le interesa ir al grano: lograr el impacto en el lector. Y lo logra. Sin duda. El libro va destinado a jóvenes a partir de 12 años, pero, sin duda, su tema tiene suficiente carga emocional  para  interesar a cualquier lector.
Cabe, por último, señalar que esta novela se puede adquirir en papel, pero también en eBook y aplicación para iPad o iPhone. Además, los capítulos finales se pueden escuchar a través del iPod. Toda una novedad que busca potenciar la lectura entre los más jóvenes.

Publicado en Pizca de Papel

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