viernes, mayo 18, 2012


Concha López Narváez,
Anaya, 2012.


La figura de García Lorca, con sus claros y oscuros, siempre es vigente. Su vida y sus versos pueden interesar a todo tipo de lectores, si se sabe adecuar el formato. Así lo hace la escritora sevillana Concha López Narváez en Mi primer libro sobre Lorca. La autora, de manera sencilla, pero llena de ritmo y sensibilidad, acerca a los más pequeños, a partir de 5 años, la parte más humana del poeta universal. De Federico dice que tenía un sueño, que era cambiar el mundo con la cultura y la inteligencia. Habla de sus dotes musicales, de su familia, del deseo que siempre tuvo de seguir siendo niño. No deja de mencionar sus primeros juegos, una de sus amigas más especiales y toda una serie de aspectos luminosos, muy claros y precisos que, poco a poco, van calando en los niños. De momento no ahonda en aspectos dramáticos, tiempo habrá, ni alude a títulos, pero sí reproduce algunos poemas, algunos versos, quizá los más cercanos a los niños, quizá los que más le gustan a la autora.
El texto se presenta en formato álbum y va destinado, como se ha dicho ya, a los más pequeños, pero también es un buen texto inaugural para introducir en otras edades quién fue García Lorca y qué ideas o sentimientos tuvo. Después, se podrán leer otros poemas y se podrán acudir a otras biografías, pero la que realiza Concha López Narváez tiene ese genio especial que solo manejan las personas muy intuitivas y muy implicadas con lo que escriben. No hay duda de que la escritora admira a García Lorca y sabe transmitir, en forma de breve relato, lo más granado de su persona.
Mi primer libro sobre Lorca está ilustrado por Goyo Rodríguez. De estas ilustraciones destaca el colorido y, sobre todo, la mirada de los personajes, una mirada limpia, transparente, infantil… como la que tendría García Lorca, el niño hombre que tuvo que crecer.
Las palabras que envuelven las cadencias lorquianas están teñidas, de alguna manera, por el estribillo “verde que te quiero verde”, tan importante en la vida de Concha López Narváez, como ella misma nos dice, al principio y al final del texto, ya que se estructura de una manera cíclica. Son, por supuesto, palabras “verdes”, muy cercanas a los orígenes, a la tierra, a los juegos, a la música… palabras que hablan de Lorca cuando todo era posible. Todo parecía posible aún.

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