sábado, marzo 15, 2014






La princesa Shiro,
Blanca Álvarez - Daniel Montero Galán
Editorial SM, 2014, (Barco de Vapor, 136).


La pequeña Kumiko se pregunta si algún día dejará de nevar y llegará la primavera. No sabe que la respuesta le llegará de una manera mágica. Una noche, en su habitación, aparece la princesa de la nieve, Shiro, y le pide ayuda. Shiro es la encargada del invierno, pero, a causa de una insensatez, ha perdido sus tres dones y puede llegar a desaparecer. Si Shiro desaparece, nunca llegará la primavera.
Estos tres dones se representan en forma de tres gotas de sangre que Kumiko ha de buscar en el bosque para que Shiro pueda recuperarse. Estos tres dones tienen que ver con el agua y su continuo fluir, con los recién nacidos y su primera sonrisa y con los cuentos de los ancianos.
Kimiko desmuestra su valentía y recupera estos tres dones. A cambio, verá colmado su mayor deseo: tendrá un hermanito.
La princesa Shiro es un delicioso relato, ambientado en la cultura oriental, aunque inspirado en un cuadro de Joan Miró, "La danse des coquelicots" ("La danza de las amapolas"). Va destinado a los primeros lectores y contiene todos los ingredientes necesarios para despertar su curiosidad. Es un texto bien escrito, lleno de lirismo e imágenes poéticas, aunque asequible para los pequeños. Además, Blanca Álvarez tiene la habilidad de unir infancia con experiencia, ya que la abuela de Kumiko es una anciana y la propia Shiro es un personaje atemporal.
 
 "La danse dels coquelicots", Joan Miró. Museo Reina Sofía

Por otra parte, la aventura que vive Kumiko en la nieve la fortalece como persona y la convierte en una niña más consciente de lo que tiene, de los dones que ella misma ha recibido al nacer.
El cuento está ilustrado por Daniel Montero Galán con unas imágenes bellas y diáfanas que logran, sin duda, seguir despertando la imaginación y la ilusión en los lectores.



En definitiva, La princesa Shiro es un cuento luminoso, atemporal y muy vinculado a los orígenes, a la vida y a sus misterios. Esas tres gotas de sangre son, en definitiva, las tres amapolas de la vida, las amapolas que recrea Joan Miró y que luego retoma la escritora y Daniel Montero Galán. Son los tres puntales de la vida: el fluir constante, la sonrisa de un recién nacido y  la palabra, fruto de la experiencia.

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